Honrar el Diseño:
Parágrafos de Gráfica y Escritura de Hugo Rivera-Scott.
Reseña escrita para el suplemento impreso de literatura La Palabra Quebrada en su edición número 15 publicada en marzo del 2022.
Editor: Cristóbal Gaete. Diseño e Ilustraciones: Harol Bustos.
DESDE LA VENTANA de mi aún casa ─la casa de mis padres, la casa de mi infancia, adolescencia y adultez «joven»─ tengo por vista la copa de un níspero y luego el cielo. Si no fuera por ese árbol no sé qué sería de mis ojos, o de mis tímpanos sin el aprendizaje de los distintos cantos de la fauna alada que le toman por nido, mis vecinos de rama, les llamo. Son los últimos días de enero, es verano y corre una brisa que evoca al invierno, seguimos estando en pandemia y yo elijo mirar a través del vidrio para comenzar esta reseña, como un juego temporal con el autor y su cita a Marcelo Mastroianni en el primer párrafo del texto. El árbol es la constante, las aves son la constante, la memoria y la identidad.
Treinta y dos páginas conforman este cuadernillo tamaño 13 x 21 cm. manufacturado por Pacientes Editores (Hugo Rivera-Scott, Javier Quintana Godoy, Francisco Gálvez Pizarro y Víctor Jaque Faúndez es el equipo interdisciplinario y chileno de artistas visuales, gráficos y diseñadores de familia tipográficas) en su colección Papeles Ocasionales. El grupo de amigos decide reeditar a dieciocho años el cuarto número de la columna Parágrafos de gráfica y escritura, aparecida originalmente en la revista Suelo Americano de la Escuela de Arquitectura de la ARCIS, con textos de Hugo Rivera-Scott en donde desarrolla opiniones críticas sobre libros tanto en su contenido como en su forma y diseño. En este proyecto le es ofrendado un espacio propio, independiente y soberano a las Notas de lectura, porque tal y como menciona Hugo en su reflexión final: «un libro, que es a lo que todo escrito aspira, hay que gozarlo en su corporeidad». Podríamos decir entonces que esta obra ejecuta a cabalidad el acto de honrar.
Lo envuelve al escrito un velo de papel volantín color verde ─como el sur, como los jardines─ a modo de sobrecubierta que inmediatamente nos sugiere una postura frente al objeto/frágil; objeto/regalo; objeto/ramo de flores, una especie de reverencia al recibirlo y una actitud de delicadeza al ojearlo. Sus páginas amablemente cosidas a mano con un hilo encerado de color violeta me confirman la coherencia del mensaje encriptado; bien podrían haber sido corcheteadas, pero la costura y su tonalidad contiene y abraza a las reflexiones decantadas en palabra escrita mediante tipografías que tributan a un lugar y a una herencia.
La publicación, de manufactura casera e impresa a máquina láser con tinta negra sobre papel bond ahuesado, consta de setentaiocho ejemplares numerados y firmados. La portada nos presenta el título y la autoría con la tipografía Violeta Jardinera acompañada de pequeñas siluetas de pajarillos que trinan el paisaje sonoro desde su comienzo, aves derivadas de su homónimo Chercán, tipo utilizada para los textos secundarios. Para el cuerpo central de esta edición se utilizó Violeta, de tamaño e interlineado bondadoso que posibilitan una lectura fluida y sin apuro visual. se reconoce un cierto compromiso con la legibilidad, considerada por el diseñador holandés Gerard Unger «como un concepto ergonómico tendiente al confort de la lectura». Evita que el acto de revisar el contenido sea una tarea ardua, es por ello que en esta oportunidad se le agregan fuentes bibliográficas y notas onomásticas.
Lo anterior me remonta al experimento fallido del llamado carácter «Universal», que en 1925 fue propuesto por Herbert Bayer en respuesta a la solicitud de Walter Gropius de crear una tipografía corporativa para la Bauhaus, escuela cuyo manifiesto manda que «La forma sigue a la función». Este alfabeto sin serif, sin carga cultural, sin aspectos heredados, sin dejo caligráfico y sin mayúsculas, pretendía facilitar la comunicación entre las lenguas del mundo evadiendo aspectos históricos correspondientes a las distintas tradiciones. Pero además parecía estar más preocupado de la funcionalidad a la hora de su producción en masa que de la experiencia de lectura continua por parte del usuario, pues a ratos el ojo tiende a confundirse. Finalmente, la tipografía terminó siendo rediseñada por otros autores en múltiples ocasiones, integrándoles mayúsculas, grosores y ornamentos, desprendiéndose de su máxima original. Hoy, el término «universal» aplicado al diseño está relacionado a la accesibilidad, a la equidad a la autonomía, a la fácil comprensión y al mínimo esfuerzo físico. Alta razón tiene Hugo Rivera-Scott cuando en uno de sus apartados dice que «El diseñador es un profesional que en su especialidad resuelve problemas a sus clientes», así este oficio debe proveer opciones que consideren cualquier dificultad que pudiese tener el amplio espectro de usuarios. Recuerdo que un profesor en el Duoc siempre nos decía «El diseño se nota cuando falla», y lo evocamos con tono negativo cuando una mesa nos topa las rodillas, cuando un espejo queda muy alto, cuando una pendiente es demasiado pronunciada para una silla de ruedas, cuando una prenda no es cómoda, o cuando algo es ilegible. Es por todo esto que se agradece en este tiraje la presencia de una familia de caracteres que esté en plena concordancia con lo que a través de ella se postula.
El texto principal está alineado a la izquierda tomando distancia de la composición original cuando se presentaba como dos columnas bien justificadas en unas pocas páginas dentro de una revista más extensa. Hoy en este libro con voluntad de resignificación todo tiene su espacio y, como reflexiona el historiador Robert Darnton en el capítulo «Historia de la Lectura» del libro Formas de Hacer Historia (Alianza Editorial, 1993) «las reediciones con modificaciones en el diseño dan a las obras un aire totalmente nuevo […] una nueva estructura tipográfica supone una nueva forma de leer y un nuevo público». Al parecer, uno de los objetivos de este trabajo es abrirse a nuevas generaciones y aproximaciones, a diferencia de la otrora publicación académica que, bien se sabe, suelen terminar resultando dirigidas a un ceñido grupo, donde difícilmente los saberes permean a la comunidad diversa.
En el libro, entre variados temas, nos remontan también a la historia de los tipos móviles y su proceso de creación en las distintas potencias a modo de contraataque de representatividades en la carrera de la industrialización y producción en serie. Se desglosa también la importancia de este quehacer desde y para los distintos territorios con el fin de hallar un punto de encuentro colectivo, eso que conocemos como identidad, evitando a toda costa la internacionalidad, la eliminación de la herencia cultural, lo insulso, lo ajeno y los no-lugares. La obra es una especie de homenaje al hacer desde lo habitable y lo habitado, desde los sitios que nos van curtiendo, como lo son el mar, los lagos y las caletas, las ciudades, las calles y veredas, los cerros, el bosque, los jardines o los patios con sus nísperos y chercanes. Una oda a todas esas geografías, poesías y músicas aparecidas a lo largo de este extenso Chile de las Nieves.